viernes, 3 de agosto de 2012

After the earthquake.


Ambos sabíamos que aquello iba a acabar en algún momento, más temprano que tarde. Nuestro estilo de vida condenaba cualquier relación a la temporalidad. Aquello era así, llevaba siendo así mucho tiempo, y lo aceptábamos.
Construimos un pequeño mundo entre las paredes de tu habitación amarilla. Quizá no nos dimos cuenta en aquel entonces. Tú y yo y las drogas  mezclados hasta volvernos uno, creando una extraña realidad que solo nosotros éramos capaces de comprender. Nos tocábamos, nos sentíamos, nos fundíamos. Los únicos momentos en los que llegué a conocerte, a amarte de verdad, fueron entonces. Un instante antes del orgasmo, o  ese frágil momento en el que la heroína te dilataba las pupilas y tú me mirabas. Entonces eras mía, y yo tuyo, por una lenta fracción de segundo. Y todo fue mucho más intenso porque sabíamos que iba a terminar en cualquier momento. La vida nos envenenaba y nosotros respondíamos mezclando nuestras risas y sudores.
Fuimos efímeros, pero entre tus sábanas creamos la eternidad.

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