domingo, 26 de agosto de 2012

Cada uno en su lugar.


La goma de mis zapatillas resuena contra el suelo y el lápiz marca el acompañamiento en mi cuaderno. Es posible que hoy, como tantos días, él sea el único capaz de salvarme.
El humo de mi cigarrillo trepa hasta tu ventana y me pregunto dónde, cómo estás, quién besará esos labios que antes fueron míos. Veintidós escalones pueden parecer tan largos como veintidós mundos. Abro el cuaderno y el lápiz baila la danza de los versos de tu ausencia. Otra de tantas. Otro de esos gritos mudos que nunca escucharás.
Expulso la última calada y te pienso un hasta siempre antes de vestirme de nuevo la cobardía y volver por donde he venido.
Porque veintidós escalones pueden parecer tan largos como veintidós mundos.

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