Todos esos ricos en sus casas modernas de acero, cristal y madera. Acero, para recordarles que han triunfado, que son de lo mejor de la era actual, que están al día y siempre lo estarán. Cristal, para crear la falsa ilusión de que su modernidad no les atrapa, de que siguen siendo libres. Y madera, para fingir que no han caído en la superficialidad de alejarse demasiado de la naturaleza.
Casas hechas de mentiras, a las que difícilmente podría llamar hogar.
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